La agonía que vive el campo valenciano
se agrava. “O empieza a llover en abundancia o a partir de octubre
habrá cortes de agua en el regadío”, avisa el director del Observatorio
Climatológico de la Universidad de Alicante, Jorge Olcina.
La sequía lleva asentada en territorio alicantino casi un año y se extiende hacia el resto de la Comunidad Valenciana. Requiere para su alivio de al menos 150 litros de lluvia por metro cuadrado (l/m²) de aquí al próximo otoño, explica el experto.
Los embalses de Alicante están bajo mínimos, los agricultores de la Comunidad Valenciana hablan de pérdidas entorno a los 300 millones y dibujan una estampa de campos agrietados y cosechas malogradas en todo el territorio. No se recuerda una situación tan desastrosa desde la primera mitad del siglo XX y, desde luego, en los registros que obtienen en el Observatorio de la UA nunca se había visto tan poca agua caída del cielo.
Entre septiembre y noviembre, un ciclo más lluvioso, no basta con que caigan entre 30 y 50 l/m². Olcina apunta a la necesidad de varios episodios de lluvia que traigan un total de 150 l/m², una cantidad muy considerable de agua. Para hacerse una idea, es la misma que cayó en un solo día a finales de septiembre de 2009 desbordando el Júcar y ofreciendo imágenes de calles inundadas en Castellón y barrios anegados en Burriana (Castellón).
Los agricultores, que criticaron el pasado jueves que el Consell esté de vacaciones pese al veto ruso —cuyas pérdidas en el campo valenciano las valoran en 138 millones— y la acuciante sequía, piden medidas urgentes. Las plantaciones de secano ya se perdieron. Y las de regadío andan en serios problemas, como viene recordando la asociación agrícola ASAJA todo el verano.
En la provincia de Valencia, una treintena de comunidades de regantes se ha visto afectada por una restricción de suministro de sus pozos de entre un 20 y un 85%. Solo en el municipio de Godelleta, en la Hoya de Buñol, están al 10% de su capacidad. En la mancomunidad de El Marquesat —conformada por las localidades de Llombai, Catadau, Alfarp— a principios de verano se secó uno de los pozos y la capacidad de riego raspa el 40%.
La mancha de la sequía lleva tiempo creciendo de sur a norte. Los datos del Observatorio para la provincia de Alicante, donde no llueve en condiciones desde el pasado otoño (las tormentas de este fin de semana han sido puntuales) arrojan números extremos y la colocan entre las regiones habitadas más secas del planeta, con registros similares al Sahel (Nigeria) o el desierto de Atacama (Chile).
Solo Alicante ha recibido 20 l/m2 desde enero. En poblaciones como El Campello la situación es más que desértica, tan solo 5,6 litros de agua en ocho meses. Es el municipio español con menos agua. El río Seco, el nombre que adquiere el Monnegre a su paso por el pueblo por su inexistente caudal, es toda una metáfora de la situación actual del lugar.
Al igual que las comarcas del Vinalopó y L’Alacantí, La Marina Baixa también se benefició en julio del trasvase Júcar-Vinalopó, pero el estado de su acuífero sigue siendo “preocupante” como en las otras comarcas, señala Olcina sobre la salobridad progresiva de esta veta de agua subterránea. Se han dado casos incluso, según publica el medio local La Marina Plaza, de urbanizaciones de lujo de la zona que bebían del acuífero hasta que la Dirección General de Salud Pública calificó el agua como no apta para bebida y preparado de alimentos en grupos de población sensible.
La inexistencia de lluvia está afectando además al ecosistema. La ola de poniente sufrida la semana pasada no solo convirtió el seco monte en gasolina, sino que fue un golpe de calor excesivo para peces como el mújol. Solo en los humedales de Calpe, Santa Pola o los embalses de Elche aparecieron más de 30 toneladas de estos peces que murieron ávidos de oxígeno y hartos de sal.
Actualmente, en la Comunidad Valenciana se da uno de los dos condicionantes que desatan un episodio de agua fría. “El mar está a 28 grados, ése es uno. Falta una bolsa de aire frío sobre las nubes y en breve podría ocurrir”, avisa el director del Observatorio Climatológico de la UA, Jorge Olcina.
Además, “por estadística toca”, advierte el científico. En 2011, tocó a Murcia y Almería y la Comunidad Valenciana se salvó. Sin embargo, las posibilidades de que el fenómeno se produzca son cada vez más altas. Quizás por el cambio climático, el anticiclón subtropical africano se desplaza hacia el norte, extremando más los climas como el valenciano y convirtiendo un fenómeno exclusivo de los meses de septiembre y octubre en algo que puede ocurrir también en julio y agosto. “Bien a finales de este mes o en septiembre podría darse un episodio”, apunta Olcina.
Este pasado fin de semana hubo lluvias intensas sobre todo al norte de la provincia de Alicante y al sur de la valenciana. En la localidad de Pego se llegaron a recoger 58 litros por metro cuadrado. Pero a pesar de las precipitaciones. La consejería de Gobernación y Justicia, a través del Centro de Coordinación de Emergencias (CCE), mantuvo ayer el nivel 3 de preemergencia, lo que significa riesgo extremo de incendios forestales, en toda la Comunidad Valenciana como medida de prevención de incendios. Esta medida implica la prohibición de encender cualquier tipo de fuego, incluso en las zonas recreativas autorizadas y habilitadas al efecto.
Este verano, además, ha sido muy peculiar. Apenas ha llovido pero en Xixona o Villena (Alicante) ha caído granizo. El incendio que comenzó en Bocairent (Valencia) y alcanzó Alcoi (Alicante) quemando 22 hectáreas fue provocado por una tormenta seca, nubes que no sueltan agua pero sí rayos.
La sequía lleva asentada en territorio alicantino casi un año y se extiende hacia el resto de la Comunidad Valenciana. Requiere para su alivio de al menos 150 litros de lluvia por metro cuadrado (l/m²) de aquí al próximo otoño, explica el experto.
Los embalses de Alicante están bajo mínimos, los agricultores de la Comunidad Valenciana hablan de pérdidas entorno a los 300 millones y dibujan una estampa de campos agrietados y cosechas malogradas en todo el territorio. No se recuerda una situación tan desastrosa desde la primera mitad del siglo XX y, desde luego, en los registros que obtienen en el Observatorio de la UA nunca se había visto tan poca agua caída del cielo.
Entre septiembre y noviembre, un ciclo más lluvioso, no basta con que caigan entre 30 y 50 l/m². Olcina apunta a la necesidad de varios episodios de lluvia que traigan un total de 150 l/m², una cantidad muy considerable de agua. Para hacerse una idea, es la misma que cayó en un solo día a finales de septiembre de 2009 desbordando el Júcar y ofreciendo imágenes de calles inundadas en Castellón y barrios anegados en Burriana (Castellón).
Los agricultores, que criticaron el pasado jueves que el Consell esté de vacaciones pese al veto ruso —cuyas pérdidas en el campo valenciano las valoran en 138 millones— y la acuciante sequía, piden medidas urgentes. Las plantaciones de secano ya se perdieron. Y las de regadío andan en serios problemas, como viene recordando la asociación agrícola ASAJA todo el verano.
En la provincia de Valencia, una treintena de comunidades de regantes se ha visto afectada por una restricción de suministro de sus pozos de entre un 20 y un 85%. Solo en el municipio de Godelleta, en la Hoya de Buñol, están al 10% de su capacidad. En la mancomunidad de El Marquesat —conformada por las localidades de Llombai, Catadau, Alfarp— a principios de verano se secó uno de los pozos y la capacidad de riego raspa el 40%.
La mancha de la sequía lleva tiempo creciendo de sur a norte. Los datos del Observatorio para la provincia de Alicante, donde no llueve en condiciones desde el pasado otoño (las tormentas de este fin de semana han sido puntuales) arrojan números extremos y la colocan entre las regiones habitadas más secas del planeta, con registros similares al Sahel (Nigeria) o el desierto de Atacama (Chile).
Solo Alicante ha recibido 20 l/m2 desde enero. En poblaciones como El Campello la situación es más que desértica, tan solo 5,6 litros de agua en ocho meses. Es el municipio español con menos agua. El río Seco, el nombre que adquiere el Monnegre a su paso por el pueblo por su inexistente caudal, es toda una metáfora de la situación actual del lugar.
Ecosistema
Al igual que las comarcas del Vinalopó y L’Alacantí, La Marina Baixa también se benefició en julio del trasvase Júcar-Vinalopó, pero el estado de su acuífero sigue siendo “preocupante” como en las otras comarcas, señala Olcina sobre la salobridad progresiva de esta veta de agua subterránea. Se han dado casos incluso, según publica el medio local La Marina Plaza, de urbanizaciones de lujo de la zona que bebían del acuífero hasta que la Dirección General de Salud Pública calificó el agua como no apta para bebida y preparado de alimentos en grupos de población sensible.
La inexistencia de lluvia está afectando además al ecosistema. La ola de poniente sufrida la semana pasada no solo convirtió el seco monte en gasolina, sino que fue un golpe de calor excesivo para peces como el mújol. Solo en los humedales de Calpe, Santa Pola o los embalses de Elche aparecieron más de 30 toneladas de estos peces que murieron ávidos de oxígeno y hartos de sal.
Gota fría en el horizonte
Actualmente, en la Comunidad Valenciana se da uno de los dos condicionantes que desatan un episodio de agua fría. “El mar está a 28 grados, ése es uno. Falta una bolsa de aire frío sobre las nubes y en breve podría ocurrir”, avisa el director del Observatorio Climatológico de la UA, Jorge Olcina.
Además, “por estadística toca”, advierte el científico. En 2011, tocó a Murcia y Almería y la Comunidad Valenciana se salvó. Sin embargo, las posibilidades de que el fenómeno se produzca son cada vez más altas. Quizás por el cambio climático, el anticiclón subtropical africano se desplaza hacia el norte, extremando más los climas como el valenciano y convirtiendo un fenómeno exclusivo de los meses de septiembre y octubre en algo que puede ocurrir también en julio y agosto. “Bien a finales de este mes o en septiembre podría darse un episodio”, apunta Olcina.
Este pasado fin de semana hubo lluvias intensas sobre todo al norte de la provincia de Alicante y al sur de la valenciana. En la localidad de Pego se llegaron a recoger 58 litros por metro cuadrado. Pero a pesar de las precipitaciones. La consejería de Gobernación y Justicia, a través del Centro de Coordinación de Emergencias (CCE), mantuvo ayer el nivel 3 de preemergencia, lo que significa riesgo extremo de incendios forestales, en toda la Comunidad Valenciana como medida de prevención de incendios. Esta medida implica la prohibición de encender cualquier tipo de fuego, incluso en las zonas recreativas autorizadas y habilitadas al efecto.
Este verano, además, ha sido muy peculiar. Apenas ha llovido pero en Xixona o Villena (Alicante) ha caído granizo. El incendio que comenzó en Bocairent (Valencia) y alcanzó Alcoi (Alicante) quemando 22 hectáreas fue provocado por una tormenta seca, nubes que no sueltan agua pero sí rayos.
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